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DISSERTAZIONI DI DOTTORATO
2002-2003

SANCHEZ NAVARRO Luis, D.C.J.M.

«Venid a mí». El discipulado, comunión con Jesús y fuente de descanso, fundamento de la ética en Mateo (Mt 11,28-30 y textos relacionados).

Mod.: Prof. klemens STOCK

En esta Tesis hemos estudiado la Gran Invitación (Mt 11,28-30) con especial referencia a sus implicaciones éticas, lo cual representa una contribución a la comprensión del discipulado en el EvMt. El objeto formal condiciona la metodología, que se inscribe en los métodos de análisis sincrónico de la narración, y cuyos instrumentos básicos son la determinación de la estructura de la perícopa y el análisis sintáctico y semántico de los términos y expresiones, atendiendo a su función estructural y al contexto íblico).

La Tesis se articula en tres partes. La parte I contiene la exégesis de la Gran Invitación; consta de un capítulo introductorio y de tres capítulos en los que se estudia el texto atendiendo a su estructura, llamada / promesa (c. 2: Mt 11,28; c. 3: Mt 11,29ab; c. 4: Mt 11,29c-30). Ser discípulo significa aceptar la invitación gratuita de Jesús de “ir a él”; consiste por tanto en una relación de comunión con él. Esta viene precisada ulteriormente: entrar en comunión con Jesús (“tomar su yugo sobre sí”) requiere el aprendizaje vital del Maestro (“aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón”); mediante esta comunión, en fin, el discípulo participa de la relación filial de Jesús con Dios (cf. 11,27) y encuentra en ella el “descanso para el alma”. El “yugo” es interpretado como una metáfora que integra dos dimensiones. Representa la comunión del discípulo con Jesús, que lo invita a tomar sobre sí el yugo que él mismo lleva (dimensión horizontal); esta relación de fraternidad conduce al discípulo a participar de su condición de Hijo del Padre (dimensión vertical). El significado doblemente “relacional” del yugo, que en su acepción más difundida era un símbolo de sometimiento, permite a Jesús calificarlo como “benigno” (11,30).

La parte II estudia las principales perícopas del EvMt relacionadas con 11,28-30, y se divide en dos secciones. En la sección A estudiamos, en dos capítulos, aquellas perícopas que contienen de forma relevante los elementos estructurantes de la Gran Invitación, la llamada al discipulado (Mt 4,18-22; 9,9; 19,16-21: c. 5) y la promesa divina (Mt 5,3-10: c. 6). Estos textos permiten comprobar la intrínseca relación existente entre la llamada al seguimiento de Jesús, la misión que esta llamada implica, la transformación personal que requiere y la promesa hacia la que está finalizada. La sección B está dedicada, también en dos capítulos, a dos pasajes evangélicos que por su léxico y temática manifiestan un especial parentesco con 11,28-30: la declaración acerca de Jesús como único maestro (Mt 23,1-12: c. 7) y el Gran Envío, que contiene un mandato de “hacer discípulos” (Mt 28,18b-20: c. 8). La 'carga' de escribas y fariseos (23,4) es 'pesada' debido a su falta de solidaridad: “dicen pero no hacen”; frente a ella la 'carga' de Jesús es ligera, ya que la comunión con él, único maestro e instructor, la hace llevadera y deseable. El mandato final (28,29-20) confirma la concepción del discipulado como comunión con Jesús (y a través de él con el Padre y el Espíritu Santo: “bautizándolos...”) que implica un aprendizaje vital (“enseñándoles a guardar...”).

En la parte III estudiamos en el entero EvMt los elementos constitutivos del discipulado tal como se desprenden de 11,28-30: la comunión con Jesús, el aprendizaje vital y la relación filial con Dios como “descanso para el alma” (c. 9). El obrar del discípulo aparece como fruto - necesario - de la comunión con Jesús. Tras su resurrección esto es una posibilidad al alcance de todos: Jesús es para siempre el “Dios con nosotros” (28,20). Por eso el EvMt nos presenta una enseñanza perennemente válida. Todo ello nos permite, en fin, describir la ética que propone el EvMt como una ética de la comunión fraterna con Jesús, de la virtud y de la filiación divina.